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Temas Generales

Del valle al estadio del sol

Reencuentro con la Doctora Isabel

Un Reencuentro con la Doctora Isabel”, decían los anuncios.  Y esa palabra, reencuentro, me traía muchas emociones.

Es que cada vez que en mi vida he tenido un reencuentro, ha estado lleno de emociones fuertes, de recuerdos de una etapa de la vida, de los distintos lugares geográficos y las personas que constituyen ese reencuentro. Son emociones fuertes y muchas veces positivas.

Recuerdo hace muchos años, al llegar a este país, y ya van más de 50 años, nos encontrábamos en el downtown de Miami, en la esquina del Walgreens.  Nos abrazábamos, nos conectábamos cada sábado, se agregaban algunos más cada semana, y entrabamos al establecimiento a tomar un refresco y hablar.  Muchas veces nos íbamos en autobús hacia Miami Beach donde en el cine Cameo podíamos ver una película ¡por 25 centavos!

Ese reencuentro era un momento feliz donde nos volvíamos a ver, después de haber dejado atrás nuestros hogares, familiares y una vida completa.  Los sábados se convirtieron con el tiempo, en momentos de tristeza, cuando muchos de nuestros amigos no regresaban, pues se habían incorporado a un movimiento para liberar a nuestro pais Cuba.  En muchos casos, no los volvimos a ver.
En otros casos, regresaron tristes pues no les permitieron tener el éxito que buscaban.

Otro reencuentro fue cuando poco a poco miembros de mi familia fueron llegando y les íbamos dando casa y compartiendo nuestra comida con ellos.  Eran momentos donde la familia se unió mas que nunca, eran momentos de recordar el pasado, vivir lo mejor que se podía el presente y pensábamos que el futuro nos traería algo mejor.

Sí, he tenido otros reencuentros donde ha habido tristezas, y otros reencuentros prometidos que no ocurrieron. Como el reencuentro con mi  padre. El llegó a México y nos íbamos a reencontrar con él después del fin de año…pero murió en ese diciembre y quedó enterrado allí, aunque su recuerdo siempre vivirá  en mi corazón.

Reencuentros de compañeras de escuela, que decidimos celebrar la graduación que no se nos permitió tener en Cuba. Y después de 50 años lo hicimos con toga y birrete.

Pues ahora fue el reencuentro en Phoenix, con oyentes que me escucharon por muchos años, y querían volverme a ver.

Y así fue, me encontré con compañeros que trabajaban ahora en distintas estaciones, que me abrazaron y se recordaban de tantos momentos que pase con ellos en remotos, hasta durante tormentas de arena.
Que emoción tan grande sentí, cuando en el seminario, una a una las caras comenzaron a aparecer, para hablar de lo que yo había significado en sus vidas.  Hubo llanto, alegría y el reconocer que aunque había pasado el tiempo, nos queríamos como siempre.  Padres, hombres que al abrazarme comenzaban a llorar de sentimientos creados por medio de las ondas radiales.

Una de las caras, la cual no reconocí, llegó con una preciosa niña, era Jacqueline con su hija, la cual fue manager de una de las estaciones, y se casó con uno de los técnicos de esa estación. ¡Que alegría me dio verla abrazarla y saber que no solo tiene éxito en nuestro giro, sino también como madre y esposa!

Todos llegaron con sus brazos abiertos, como a recibir un miembro de su familia. Pues así es el radio de personal, que estás con los oyentes en los autos, en sus casas, en el dormitorio, en momentos de tristeza otros de frustración, momentos donde me preguntaban qué hacer con un hijo, otro buscando consuelo de una hija…y así sucesivamente pasamos de un abrazo al otro. Reímos, y también las caras de otros sonrientes, sentí el amor que me tenían, y me dije, qué bello es poder reencontrarse…poder ver personas crecer, y crecer no solo en edad, en madurez, pero también en espiritualidad.

¡Que privilegio Dios me ha dado, de tener tantos hijos e hijas regados hasta por un desierto como el Valle del Sol, el cual me abrazó este fin de semana!

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